MARCOS ORDÓÑEZ

Smiley es deliciosa, muy divertida, sentimental sin blandenguería, y funciona porque los personajes tienen verdad, están maravillosamente observados y dirigidos por el propio autor con mano habilísima. Guillem Clua los dibuja con idéntico afecto, y a ambos les ha dado los mejores chistes, las mejores neurosis, los mejores sentimientos: es un placer conocerles. Extrae todas las vueltas de una trama que rebosa alegría y optimismo. Es real, es viva, es actual y es de siempre.